El 1 de julio se celebra el día de les arquitectes argentines en coincidencia con el día internacional de la arquitectura.
¿Es posible repensar esta profesión con perspectiva de géneros y diversidad?
La arquitectura está ligada históricamente al cobijo, a la vivienda, al espacio que hace confortable y posible la reproducción de la vida. Pocas veces como durante la pandemia ha quedado tan expuesta la crisis habitacional.
¿Qué responsabilidad tenemos como proyectistas del hábitat?
Las prácticas extractivistas, de las que somos cómplices, expulsan. Hagamos una profesión que ya no sea cómplice de la traducción de las barreras simbólicas en fronteras físicas, que produzca ciudades más justas, igualitarias y accesibles.
Qué mejor momento que este para preguntarnos: ¿Qué ciudad queremos producir y reproducir? ¿Quiénes y para quiénes hacemos ciudad?
Por una práctica colaborativa, transversal e interseccional, una que no esté ocupada casi exclusivamente por hombres y que tampoco se represente así, porque así no es, porque las y les colegas, mujeres y diversidades también ejercemos la profesión, con otras sensibilidades y la misma contundencia.
Hay mil maneras de ejercer este oficio, que queden las del bien.
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